miércoles, 5 de mayo de 2010

El ejército es culpable de su doble tragedia

--Al haber aceptado convertirse en una Guardia Civil “de facto” y de su descrédito entre la población.


El ejercito actualmente no tienen un marco legal que sustente su actuación en contra del narcotráfico (Sí, es la única institución que le puede hacer mella a los revoltosos narcos, pero los hechos son los hechos) de ahí que a todas luces legales, el actuar del ejercito en esta guerra, bueno para empezar me parece una estupidez que se hable de guerra, para que haya una guerra, se requiere de una declaratoria y no hay tales condiciones, en fin; decía que el actuar del ejercito ejerciendo labores de policía no son legales del todo. El Presidente Calderón a días de la difícil toma de protesta por allá en diciembre de 2006, decide lanzar todo el aparato de estado en está alegre encomienda y el ejercito avante; en un claro acto simbólico (hasta se disfrazo de militar) de que él era el que estaba a cargo de las fuerzas armadas y por lo tanto del brazo armado del estado (buena táctica disuasiva); este despliegue del ejercito significo su primera desgracia: haber aceptado salir de los cuarteles a hacer las veces de una guardia civil sin ninguna estrategia clara, ni medida de cual el calado del problema, ni de quien era el enemigo y lo que es peor salió sin ninguna garantía que respaldara jurídicamente su actuación; tan así es, que sino fuera por lo que parece un acuerdo entre el Ejecutivo y la SCJN para que no se de resolución alguna en contra del ejercito en los juicios federales donde se cuestione la legitimidad de este como policía, el ejercito ya debería de estar replegado de nuevo a los cuarteles (hay que estar al pendiente todavía queda pendiente una resolución de la CIDH que pudiera apuntar en sentido contrario a la SCJN). El General Galván se presto sin más garantía a las guerritas del Presidente Calderón, en el fondo saben (de ahí su activo cabildeo para pasar las reformas a la Ley de Seguridad Nacional), lo que es peor saben que no la tienen clara para el 2012 y siempre puede llegar un quinaso en forma de una comisión de la verdad.


La segunda tragedia es consecuencia de la primera; ni el ejército, ni el ejecutivo federal tienen la menor idea de cómo mantener una estrategia clara de comunicación social para con la población civil ¿que esperaban acaso loas de los narcotráfico hacia el ejército? Se están enfrentando contra una maquinaria que tiene millones de dólares para pagar opinión pública y saben del manejo del miedo (en caso de que no la puedan comprar). Además piensan que la opinión publica es López-Doriga y Alatorre; de ahí que no es extraño que se empiece a hacer mella en la percepción de la ciudadanía de las tropas, que siempre han tenido alta aprobación, pero que se están sometiendo a un desgaste en la opinión pública entendible y obvio, pero no lo has sabido contraatacar y lo que es peor, las escasas ocasiones que salen deja mucho que desear (v. gr. El caso de de los Niños Bryan y Martin). Falta de oficio y/o de voluntad.


Por ultimo hay un factor que enrarse el ambiente y que a mí en lo personal me preocupa muchísimo; todo parece indicar que la causa para que se haya mandado a la congeladora legislativa en el Congreso a la reforma de la Ley de Seguridad aprobada en el Senado fue obra del ejecutivo federal (como lo señala hoy en el Excelsior Zuckermann) y con la influencia clara de un sector del ejercito. Recordando un poco la rumorológia politica, Riva Palacio denunciaba (Eje Central 30 de abirl 2010)que había descontento en la tropas por lo que se pretendía aprobar y lo que es peor por lo que no se aprobó; Riva Palacio denuncia que el general Traía una agenda “propia”, no es de extrañarse que la fuerzas armadas hagan lobbying para su propia agenda, en US, el ejercito es uno de los cabilderos más importantes, lo que preocupara son las potestades que pretenden adjudicarse, casi de un régimen autoritario, lo que es una muy mala noticia para la Republica y lo que es peor, da vistos que al General le gusta la política, lo que en un régimen político como el nuestro, en el que los papeles están bien definidos, esto no es para nada una buena noticia.

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